Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el camino sea largo, lleno de peripecias, lleno de experiencias. No has de temer ni a los lestrigones, ni a los cíclopes, ni la cólera del airado Poseidón. Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta, si tu pensamiento es elevado, si una exquisita emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo…