A pesar de que Laurie le aceleraba los latidos del corazón, Callan no podía ignorar que se trataba de un negocio y no podía permitirse distracciones. Pero la animada Laurie cambió la vida en el castillo y la suya propia. Y, por fin, Callan decidió que no iba a permitir que el castillo se le escapara de las manos... y Laurie tampoco.