Considerado el último poeta del Romanticismo, la obra lírica de Heine conjura el mundo romántico –y todas las figuras e imágenes de su repertorio– para terminar superándolo. Después de escribir dichas canciones y baladas, Heine se convirtió en un maestro de la sátira política y social, un fustigador mordaz e implacable de las lacras de su tiempo.