Siendo una adolescente enamoradiza, Taylor Stevens le había entregado su corazón a Mitch Rafferty; pero, en lugar de estrecharla entre sus brazos, aquel rebelde de ojos azules le había dicho que besaba como una niña. Ella, totalmente humillada, lo había tirado a la piscina, con botas de cowboy y todo. Ahora se habían intercambiado los papeles y Mitch no podía creer lo que veía. Aquella chiquilla delgaducha se había convertido en una mujer impresionante... y se moría de ganas de besarla de nuevo. Sin embargo, ella pensaba que había estado loca por haberlo amado alguna vez...