Toda la soledad, desesperanza y caos que experimente durante un periodo de mi vida mientras atravesaba diferentes duelos estÃĄn dentro de estas pÃĄginas al igual que mis dolores y heridas.
Omar creciÃŗ en un lugar laberÃntico. PasÃŗ gran parte de su infancia solo, recorriendo las calles y los pasillos del barrio Ejercito de Los Andes, una zona conformada por varios pisos de departamentos conectados por tÃēnees y escaleras, en los cuales se perdÃa durante tiempos incalculables, jugando, investigando y metiendose en los huecos mÃĄs reconditos para ver adÃŗnde lo llevaban. Guiado por su aburrimiento, su soledad y curiosidad, salÃa a caminar hasta largas de la noche. No podÃa salir con la cÃĄmara que le daban en los viajes familiares para que se entretuviera, con la cual jugaba a sacar fotos, pero aÃēn asà veÃa su entorno en imÃĄgenes que capturaba solo con los ojos. Memorizaba escenas, como postes de luces sobre jardines pelados, huecos con araÃąas, medidores de gas, paredes y esquinas, estas Ãēltimas para asegurarse de no perderse cuando iba a ver a su madre. Con el tiemnpo, etras caminatas largas, inestables de duraciones y trayectos ilÃŗgicos, comenzaron a formar parte de su naturaleza.
Sus modos de exploraciÃŗn fueron cambiando. A veces caminaba, de a momentos en bici, de mÃĄs grande tomaba el subte, se bajaba en cualquier estaciÃŗn y descubrÃa ese barrio. Miraba todo: A la gente, los edificios, los balcones y las mascotas. Lo mismo que miraba antes lo mira ahora, aunque quizÃĄs, con otros ojos. Nunca perdiÃŗ la bÃēsqueda del juego, de la aventrura, de salir a ver quÊ encuentra.
ComenzÃŗ a investigar con su propia mÃĄquina hace 10 aÃąos. Al inicio le sacaba fotos a todo, como si estuviera continuando un juego que solo habÃa quedado en pausa. Todo parecÃa tener el mismo valor ante su lente, ya fuera el piso, las plantas, su pareja o los ventiladores de techo. De a poco, luego de aÃąos de llenar las carpetas de su computadora con archivos sin nombre, fue direccionando un poco mÃĄs su visiÃŗn, encontrando lo que querÃa comunicar. En el medio de ese proceso quedÃŗ viudo, y con esto su percerpciÃŗn del mundo cambiÃŗ fuertemente. El color fue arrebatado de su vida, y dejÃŗ de verlo.
Tuvo un regreso a su infancia, a estar todo el tiempo solo sin saber quÊ hacer y preguntarse por su ciudad, la cual, en gran parte, no conocÃa. VolviÃŗ a explorar como cuando era chico, pero esta vez saliendo con su cÃĄmara, y con una visiÃŗn en blanco y negro. DescubrÃo, con el tiempo, que posee una necesidad de ir creando cosas. Sos fotos, reflejo de su vida, son un caos. No siguen ningÃēn tipo de orden ni se encuadran en ningÃēn tipo de plan. Su trabajo nace de una combinaciÃŗn