A Izzy, mecánica de coches, casi se le cayó la llave inglesa cuando un apuesto príncipe apareció en su taller mecánico para anunciarle... que era su marido. Jamás se le había pasado por la cabeza convertirse en princesa. Su independencia iba a hacer que le resultara difícil cambiar el mono de trabajo por vestidos de seda, eso sin contar con las responsabilidades que su estatus acarreaba. No obstante, no podía evitar la atracción que sentía por el príncipe Niko.