Nadie muere en Wellington

Nadie muere en Wellington es una historia de amor pero también de superación, de segundas oportunidades y de amistad. Ambientación insuperable, marca de la autora, que nos transporta esta vez a Nueva Zelanda haciendo una inmersión cultural impecable, dándole mucho peso a la cultura maorí. El plano temporal tampoco es casualidad. La acción transcurre a finales de 1999 en plena psicosis por el efecto 2000 para darle a la historia un componente apocalíptico muy bien traído. Los personajes principales Emma y David con mucha personalidad y coherentes pero no hay que olvidar a los secundarios, y aquí destaco a Kauri, el amigo maorí que tiene un papel decisivo en la historia de amor entre ambos. Sin demasiados giros, pero con alguna sorpresa inesperada hacia el final y con un epílogo muy original, la autora nos regala una obra equilibrada y de lectura ágil que devorarás.