Tras la conquista de la independencia, Buenos Aires consolidó su hegemonía política y económica sobre el resto del país. El puerto y la aduana recaudaban, pero no compartían; las facilidades impositivas y financieras que el gobierno central otorgaba a sus aliados comerciales hundían a las economías provinciales. Al tiempo que la ciudad-puerto buscaba mirarse en el espejo de Europa, en las provincias la tradición criolla echaba raíces profundas.
Ni ángeles ni diablos, los caudillos fueron hombres de sus provincias que supieron encarnar los sentimientos y las convicciones de sus pueblos y encabezar la lucha contra el avasallamiento de la oligarquía porteña, expresado tanto en sus disposiciones políticas y económicas como en su presencia militar. La historia oficial, esa que escribieron los vencedores, los tachó de "bárbaros", "atrasados", "ignorantes".
Pero Pacho O'Donnell demuestra en estas páginas, de manera concluyente, que Artigas, Güemes, Ramírez, López, Bustos, Quiroga, Aldao, Ibarra, Peñaloza, Varela y Urquiza fueron en realidad personajes fascinantes, que supieron ganarse la devoción de los suyos encabezando la lucha contra el verdadero significado del "progreso" proclamado por los porteños: ese que iba inevitablemente asociado con la postergación y la ruina del interior.
Escritor, historiador, dramaturgo y médico psicoanalista. En su práctica clínica como psicoanalista es uno de los referentes de la escuela grupal argentina, basada en los desarrollos de Sigmund Freud y de Enrique Pichon-Rivière, que incluyó el trabajo con personas mayores. Incorporó nociones de la escuela lacaniana aprendidas en su formación con la SEPT de París. Fue miembro titular de la International Association of Group Psychotherapy y de la Sociedad Española de Psicología y Terapia de Grupo. Fundó la Escuela Argentina de Psicología Operativa. Autor de la serie "La historia argentina que no nos contaron" (El grito sagrado, El águila guerrera, El Rey Blanco, Los héroes malditos). En el género biográfico publicó Juana Azurduy, la teniente coronela; Bernardo de Monteagudo, la pasión revolucionaria, reeditado con el subtítulo Pionero y mártir de la unión americana; y Che, la vida por un mundo mejor, reeditado con el subtítulo Luchar por un mundo mejor; así como también de tres libros emblemáticos del revisionismo actual: Juan Manuel de Rosas, el maldito de la historia oficial; Caudillos federales y La gran epopeya: el combate de la Vuelta de Obligado. Su último libro es 1815. La primera declaración de independencia argentina, revelador estudio de los años posteriores a la Revolución de Mayo. Varias de sus obras de teatro tienen temática histórica: El sable, El encuentro de Guayaquil, La tentación, Leandro y Lisandro. Es director del Departamento de Historia de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), vicepresidente honorario de la Comisión de Homenaje a la Vuelta de Obligado y fue dos veces presidente del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego antes de su renuncia. Debió exiliarse durante la dictadura cívico-militar del Proceso y ya en democracia fue secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación, embajador en Panamá y en Bolivia, ministro plenipotenciario en España, y diputado y senador nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Condecorado por España con la Orden de Isabel la Católica, por Francia en dos oportunidades con las Palmas Académicas y con la Orden al Mérito, y por Chile con la Orden Bernardo O'Higgins; también distinguido como Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.