«Los tipos que viven o vegetan sobre esta tierra, ya fecunda, ya ingrata, parecen pintados con no menor justeza: poco a poco entramos en sus miserables moradas, en sus supersticiones. Los hechos solos hablan en su impasible lenguaje, más exasperante que las protestas más violentas.»
La historia, narrada siguiendo la línea modernista, heredera del simbolismo y el realismo franceses. Se articula en torno a la resistencia, normalmente solapada, finalmente violenta, de una comunidad aymara a orillas del lago Titicaca. Los viajes y obligaciones cotidianas a los que están sometidos los indígenas por los hacendados criollos;
constituyen diversos escenarios.
Esta novela logra ese «conocimiento objetivo» (del medio, de la historia, de la «psicología de la raza») explícitamente formulado por Arguedas desde una perspectiva positivista.
Carlos Castañón Barrientos escribió sobre el significado literario de esta novela:
«Con Raza de Bronce se inicia la corriente literaria indigenista americana, de defensa del indio explotado, por crueles patrones blancos, dueños de la tierra, y sus empleados mestizos.»