Desde muy pequeño, Robinson Crusoe no puede ocultar su pasión por el mar y las aventuras. Sin hacer caso de los buenos consejos de su padre, siendo apenas un muchacho, se escapa de su casa para cumplir el sueño de embarcarse, y las desgracias que le suceden -que incluyen sus años como esclavo de un pirata- no impiden que emprenda un nuevo viaje que lo depositará en una isla desierta, donde vivirá durante veintiocho años.