Durante los últimos años, las limitaciones de la izquierda progresista en el ejercicio del poder contribuyeron a fortalecer el espectro político de la derecha en diversos países. El libertarianismo de derecha y el liberalismo económico resurgieron con algunos cambios. Sin embargo, sus ideas económicas son las mismas que perjudicaron a la mayoría de las personas y contaminaron el planeta en los últimos cuarenta años.
El fracaso de la derecha se propone examinarlas a la luz de la evidencia científica, cuestionando uno a uno los mitos de la derecha: que los países más prósperos son aquellos que adoptan un modelo de libre mercado y califican más alto en los índices de "libertad económica"; que la desigualdad no trae consecuencias preocupantes y que lo único que importa es bajar la pobreza extrema; que reduciendo los impuestos a los más ricos se beneficia el conjunto de la sociedad; que es imposible una planificación democrática de la economía; que la pobreza bajó de manera decisiva en el mundo, y que lo hizo gracias al capitalismo; que el Estado no genera riqueza; que la corrupción y la ineficiencia son patrimonio exclusivo del Estado y no de la empresa privada; que el libre mercado no genera oligopolios; y que las empresas privadas fracasarán si son perjudiciales, entre otros mitos. Pero esto no es todo. En el último capítulo se plantean algunas críticas a la izquierda progresista y a la izquierda clásica, defensora —con más o menos críticas— de los modelos soviético y chino.
Por delante queda el desafío de crear un orden social que combine la igualdad con la libertad. Evitar el crecimiento con una desigualdad desmedida que genere violencia y la ruptura del lazo social, y evitar el "igualitarismo" de Cuba o Nicaragua, al precio de la libertad. Un mundo que evite la sobrecarga laboral, la explotación y el daño ambiental, algo que no se logra con proyectos de derecha que buscan la desregulación, un capitalismo salvaje de Estado mínimo y la desaparición de lo poco que queda de nuestro sistema de seguridad social.