En el verano de 1961 se difundió la noticia de que cuatro niñas veían a la Virgen en la aldea de San Sebastián de Garabandal. El hecho de que las niñas llegaran a negar las apariciones ha sido el principal motivo por el que llegó a parecer que la Iglesia católica las daba por falsas. Sin embargo, las videntes nunca afirmaron que todo fuera falso y con el tiempo se reafirmaron en la realidad de sus visiones. Mientras tanto, la Iglesia corregía su juicio sobre Garabandal. Aunque la autoridad diocesana –el obispo de Santander– haya suspendido el juicio negativo sobre las apariciones, el clero de esa diócesis sigue, no solo pensando que son falsas, sino manifestando esa opinión. Buena parte de las personas que creen en la verdad de las apariciones de Garabandal, piensa, en contrapartida, que la autoridad diocesana ha tratado injustamente a las videntes y a quienes creen en las apariciones. El historiador Santiago Mata estudia en esta obra los argumentos de las dos partes sobre lo sucedido en Garabandal, confiando en que se puede mantener el respeto a las personas sin por ello negarse a reconocer lo evidente. Esto es lo más sencillo de decir, lo más difícil de hacer y lo más urgente. La caridad obliga a conocer y comprenderla postura del otro, sin convertir en contrario o enemigo a quien siempre ha de ser mirado como hermano.