Esta es una historia real. La de una mujer sin hogar, discapacitada y enferma que trata de solicitar la renta mínima a la que tiene derecho según los optimistas mensajes de la administración y los medios. Pero el laberinto burocrático que debe recorrer para ello, los escollos y trabas con que tropieza y la crueldad de un sistema que exige más a quien menos tiene desembocan en la desesperación. Mientras tanto, los ciudadanos se quedan con la impresión contraria: hay montones de prestaciones y ayudas para los más pobres. «Privilegiados.» «Caraduras.» «Vagos.» Los prejuicios se acumulan. Este es uno de los comienzos de la aporofobia: el odio al pobre.
Sara Mesa (Madrid, 1976) reside desde niña en Sevilla. En Anagrama se han publicado desde 2012 las novelas Cuatro por cuatro (finalista del Premio Herralde de Novela): «Una escritura desnuda y fría, repleta de imágenes poderosas que desasosiegan en la misma medida que magnetizan» (Marta Sanz, El Confidencial); Cicatriz(Premio El Ojo Crítico de Narrativa): «Sara Mesa levanta una literatura de alto voltaje trabajada con precisión de orfebre» (Rafael Chirbes); la recuperada Un incendio invisible; Cara de pan: «Una pequeña obra maestra de la narrativa» (J. Ernesto Ayala-Dip, Qué Leer); Un amor: «Sus aristas se presentan bajo una prosa de limpieza desconcertante, escueta, ágil: se lee con la velocidad que asociamos al disfrute, pero al cerrarlo nos encontramos desamparados. Una novela magnífica» (Nadal Suau, El Cultural), La familia: «Ha escrito algunas de las historias más turbias de la literatura actual. Ahora arremete contra los falsos sueños de bienestar en La familia» (Laura Fernández, Babelia) y Oposición; además del muy celebrado volumen de relatos Mala letra: «Cuatro por cuatro, Cicatriz y Mala letra de Sara Mesa protagonizan desde hace meses la escena literaria española» (Christopher Domínguez Michael, Letras Libres); y el breve ensayo Silencio administrativo: «Una reflexión sobre el impacto brutal de la pobreza en los individuos que la sufren y sobre las actitudes imperantes frente a ellos en nuestra sociedad» (Edurne Portela, El País). Su obra es reconocida internacionalmente y ha sido traducida a una veintena de lenguas.