Gran parte de la comunidad ateÃsta tiene cierta preferencia por los grandes filÃģsofos existencialistas y los acadÃĐmicos mÃĄs reconocidos en el mundo del ateÃsmo como los cuatro jinetes del no apocalipsis, dejando de lado a los demÃĄs autores. En muchos casos, esta preferencia conlleva a la deificaciÃģn de algunos autores, lo cual genera confianza en demasÃa hasta el punto de aceptar ciegamente todo lo dicho por susodichos autores. La mayorÃa de los teÃstas (sea de la religiÃģn que sea) no posee las herramientas necesarias para argÞir y convencer a sus rivales de que estÃĄn en lo correcto. AsÃ, las falacias y los sofismas se vuelven tan comunes que resulta casi imposible comprender lo que quieren decir. En los debates con ateos, siempre repiten las estulticias de los apologetas y los mismos argumentos sobados que llevan siglos refutados. La idea era escribir un ensayo que pusiera de manifiesto la confrontaciÃģn existente entre ambos bandos, las caracterÃsticas y las falencias de cada uno de manera separada. Tanto ateos como teÃstas suelen cometer los mismos errores sin darse cuenta, como debatir sin saber nada de lÃģgica argumentativa o hablar de personajes histÃģricos cuya vida apenas conocen. Los libros de ateÃsmo teÃģrico estÃĄn para hacer la diferencia y dejar de lado las escaramuzas y las discusiones fÚtiles.