Si usted odia los albures, adquiera este libro para ver si mejora. Si le gustan, cómprelo igualmente. Si supone que es un libro pelado, déjelo. En todo caso, forme usted parte de las mayorías que se divierten jugando con las palabras sin hacerse daño, y trate de sumarse a las legiones que luchan por borrarle seriedad a la vida. El buen juego alburero puede ser pícaro y altisonante, pero no lépero. Sergio Corona sostiene con razón que la vulgaridad estriba en explicarlo. Sin quebrantar el albedrío de cada lector, es recomendable no saltarse párrafos ni capítulos, porque se puede perder el objetivo de la obra, que es la vindicación del albur como muestra mexicana de ingenio y cultura. Para ello se le ubica en un contexto que incluye arte, historia y filosofía. Ingredientes que forman parte del ser humano y sus modos de expresión.