Después de testificar contra un asesino de la mafia, la viuda Janice Stevens había adquirido una nueva identidad. Vivía de manera anónima desde hacía quince años y había criado sola a su hija... hasta que Vincent Magilinti apareció en su casa, quince años después, para reclamar lo que era suyo: su hija y el corazón de Janice.