Sebastiano Castiglione tenía un problema. Su estilo de vida de decadente hedonismo había provocado que su abuelo se negara a cederle el control de la empresa familiar. Para adueñarse de lo que le pertenecía legalmente, Bastian debía demostrar que había cambiado. Una impresionante becaria hizo prender en él una idea... y las llamas de un ardiente deseo.
La inocente Poppy Connelly no estaba dispuesta a convertirse en una adquisición más de los Castiglione, pero no podía rechazar la oportunidad de aprovechar los tres deseos que Bastian le concedió para cambiar la vida de su familia y de sus seres queridos. Su reacción ante tanta pasión era asombrosa. El deseo líquido de la mirada del italiano no iba a tardar mucho en fundir toda su resistencia...