Siempre he visto la vida como algo extraÃąo, desconocido, un mundo fascinante donde puedo quedar extasiada con tan solo oler las flores en primavera, mirar cÃģmo caen las hojas rosas de los cerezos en otoÃąo, levantar algunas del suelo, y colocarlas en mi cabello largo.
No es que sea infantil, sino todo lo contrario. Pero a la mayorÃa de personas que conozco parece no importarles en lo mÃĄs mÃnimo descubrir los secretos, lo verdadero.
Ellas, especialmente los chicos de mi edad, solo buscan estar conmigo por mi belleza, solo aman a la envoltura, lo superficial. Y odio eso, porque es egoÃsta, solo estÃĄn conmigo para satisfacer su necesidad de amarse a si mismos.
Es por ello que decidà cambiar mi apariencia, mi actitud. Convertirme en una chica reservada, cambie los lentes de contacto por unos grandes. EliminÃĐ mis amistades vacÃas, solo conservo algunas, las suficientes, las necesarias, las importantes.
No estoy triste, es lo opuesto. Me siento aliviada, tranquila, feliz, una lluvia de sensaciones van de un lado para otro dentro de mi, nunca me habÃa sentido tan libre. Sin embargo me sigue faltando algo, un vacÃo, el amor verdadero. El que va mÃĄs allÃĄ de las apariencias, ese que produce cosquilleo, el que hace temblar las piernas.
SÃģlo lo busco en mi mente, en mi imaginaciÃģn. Sin poner caracterÃsticas on cÃģmo deberÃa ser el chico, eso quiero averiguarlo personalmente, no quiero idealizar a nadie.