Al encontrarse con la mirada del sargento de primera Dan Mahoney, Angela Santini se envalentonó y olvidó toda precaución. Hacía mucho tiempo que no la besaban, que no la abrazaban, que no la tocaban... ¿Cómo iba a saber una mujer solitaria como ella que una noche de pasión con aquel imponente marine jamás sería suficiente?
Dan Mahoney conocía los peligros que conllevaba el acercarse demasiado a aquella mujer, pero él era un soltero convencido y nada le haría cambiar su idea de llevar una vida solitaria. Claro que no contaba con la posibilidad de enamorarse...