Después de haber pasado un año terrible, la joven inglesa Carrie McKenzie había sucumbido a las rutilantes luces de Manhattan. Había subido al Empire State, pero no había conseguido ni una sola sonrisa de su apuesto vecino. Sin embargo, un pequeño bebé abandonado la llevaría a su puerta finalmente...
El policía Dan Cooper tenía la obligación de proteger y en una situación como esa debía socorrer a Carrie. Pero ella acabaría convirtiéndose en una distracción, y no solo debido a sus tentadoras curvas, sino también por ese dolor que veía en sus ojos cada vez que miraba al pequeño recién nacido.