Aunque Shane Nickel es el hijo de una estrella de cine, no le hace feliz vivir llamar la atención. Cuando conoce a la tozuda detective, sus instintos protectores salen a la luz. Debería olvidarse de ella. Debería encontrar a una mujer cuyo trabajo no implique portar un arma y esposas (aunque se le ocurran unas cuantas formas divertidas de usarlas) ni cazar a un asesino. Su corazón —y otras partes de su cuerpo— quieren a Eva.
Finch Anderson, el guarda forestal, se pasa más tiempo en el bosque que en el pueblo, y eso le viene bien hasta que conoce a Eva y todo cambia. La desea. Desea todo lo que pensó jamás tener, pero ¿cómo un delincuente y una tenaz detective podrían llevarse bien?
Las dudas de los hombres no tendrán importancia cuando se descubra evidencia nueva sobre el caso de Erin Mills y se dé a conocer la identidad del asesino. De lo único que tendrán que preocuparse es de mantener viva a Eva porque el asesino no se entregará sin dar pelea.