Ella tiene una deuda que pagar y yo tengo la necesidad... de un hijo.
Es estrictamente una transacción de negocios, nada más. Después de que nazca el bebé, no la volveré a ver.
Pero traerla a mi casa es un error. Podría costarme todo. Es curiosa. Descarada. Y es la mayor prueba para mi paciencia.
¿Cómo puedo manejar a una niña si no puedo soportarla bajo mi techo? No ayuda que sus hormonas estén alborotadas y que quiera asesinarme mientras duermo.
No soy tan malo, solo dirijo la mafia. Y ella nunca puede descubrirlo.
Este romance mafioso de lento calibre es un relato singular con un final feliz.