Una subasta de solteros. A eso había ido a parar.
Yo no era ganado, aunque un toro, desde luego que sí. Cuando las chicas comenzaron a ofertar, la cosa se puso difícil.
Hasta que ella, la única que quería, ganó la subasta con su oferta. Sí, la mujer que recientemente me había dado un rodillazo en la entrepierna.
Sí, me excitaba la mujer que no me quería ver ni en pintura. Era un hombre de retos.
Quizá ella sea la maestra, pero va a aprender que es mía y que no la pienso dejar ir.
Como si un vaquero fuera poco, Sawyer es el jefe de bomberos del pueblo. Este libro podría incendiar tu pantalla de lectura, pero no temas, que allí estará él para apagarte el fuego.