Ser una persona liberal libertaria implica un compromiso con la tolerancia y el respeto mutuo, incluso hacia aquellos con quienes se puede estar en desacuerdo.
En resumen, ser una persona liberal libertaria es más que una posición política; es una filosofía de vida que abraza la libertad individual como el valor supremo y el fundamento de una sociedad justa y próspera. Es un compromiso con la autodeterminación, la responsabilidad personal, la tolerancia y la igualdad de oportunidades para todos los individuos, independientemente de su origen o circunstancias. Es una visión de un mundo donde cada persona pueda perseguir su propio camino hacia la felicidad y el cumplimiento, sin temor a la opresión o la coerción externa.