¿Quiénes son los chinos?
¿Son realmente tan sacrificados y trabajadores? ¿Promiscuos? ¿Les interesa lo que pasa fuera de su país?
Antes de vivir en China, la periodista Ana Fuentes tenía una imagen estereotipada de sus gentes: personas infatigables, capaces de sobreponerse a cualquier adversidad, pero a menudo faltos de empatía. Hasta que los conoció.
Durante cuatro años descubrió un país complejo y plagado de contradicciones, donde la economía crece a ritmo de vértigo, la corrupción alcanza niveles desorbitados e Internet es sistemáticamente censurado. Se ganó la confianza de la gente, en general reticente a hablar con periodistas, y entrevistó a decenas de personas gracias a fluidez en mandarín.
Leer Cuando los chinos hablan es adentrarse en las casas subterráneas donde viven los campesinos que emigran a las ciudades, beber champán en las discotecas de moda con jóvenes millonarios y escuchar el relato escalofriante de un activista torturado. De la mano de Ana Fuentes conocemos a gente como la señora Zhen, una cuarentona que ejerce a escondidas la prostitución, a Ma Chengcheng, una joven consumista que vive pegada a su computador o a Xiao Qiong, una de las millones de mujeres que se definen como tongqi (“esposa de homosexual”), casada con su mejor amigo gay para huir ambos de la presión social.
Los relatos de Fuentes, reales y fascinantes, son indispensables para comprender de primera mano los entresijos de un país destinado a convertirse en la primera potencia del mundo. La lealtad a la familia, la relación con el poder y la cultura milenaria y las aspiraciones de futuro salen a la luz en este libro en el que los chinos, por fin, hablan.