La relegación del alcoholismo a un segundo plano puso, sin embargo, en primera línea a Raskólnikov, uno de los mitos de la literatura del XIX: un joven de veintitrés años, inteligente, cultivado y «extraordinariamente bien parecido», pero andrajoso, dejado, negligente con sus estudios y tristemente alojado en un cuartucho. Desde el principio acaricia el plan de robar y matar a una mezquina usurera, pensando que su despreciable moralidad y el buen servicio que podría dar a los bienes robados justifican el crimen. Una vez cometido, sin embargo, nada sale según lo previsto: el crimen se revela «escasamente monumental», el criminal oscila entre la arrogancia, el cansancio y el delirio, y tal vez no se salve de la investigación policial. ¿Tiene el joven «el talento de pronunciar en su medio una nueva palabra», como a veces pretende, o es «un piojo esteta, y nada más»? En el deambular de Raskólnikov por San Petersburgo, en sus idas y venidas, en sus vueltas y más vueltas, hay un extravío literal... aunque al final revele tener, como la propia novela, un rumbo, una recóndita meta.
El hombre, ese es el misterio... Trabajo en este misterio, porque quiero ser un hombre. Fiódor M. Dostoievski
Fiódor Mijáilovich Dostoievski nació en Moscú en 1821, hijo de un médico militar. Estudió en un colegio privado de su ciudad natal y en la Escuela Militar de Ingenieros de San Petersburgo. En 1845, su primera novela, Pobre gente (ALBA CLÁSICA núm. CIX), fue saludada con entusiasmo por el influyente crítico Bielinski, aunque no así sus siguientes narraciones. En 1849, su participación en un acto literario prohibido le valió una condena de ocho años de trabajos forzados en Siberia, la mitad de los cuales los cumplió sirviendo en el ejército en Semipalatinsk. De regreso a San Petersburgo en 1859, publicó ese mismo año la novela La aldea de Stepanichkovo y sus habitantes. Sus recuerdos de presidio, Memorias de la casa muerta (ALBA CLÁSICA MAIOR núm. X), vieron la luz en forma de libro en 1862, un año después que su primera novela larga, Humillados y ofendidos. Fundó con su hermano Mijaíl la revista Tiempo y, posteriormente, Época, cuyo fracaso le supuso grandes deudas. La muerte de su hermano y de su esposa el mismo año de 1864, la relación «infernal» con Apolinaria Susova, la pasión por el juego, un nuevo matrimonio y la pérdida de una hija le llevaron a una vida nómada y trágica, perseguido por acreedores y sujeto a contratos editoriales desesperados. Sin embargo, desde la publicación en 1866 de Crimen y castigo, su prestigio y su influencia fueron centrales en la lite-ratura rusa, y sus novelas posteriores no hicieron sino incrementarlos: El jugador (1867), El idiota (1868), El eterno marido (1870), Los endemoniados (1872), El adolescente (1875) y, especialmente, Los hermanos Karamazov (1879-1880). Sus artículos periodísticos se hallan recogidos en su monumental Diario de un escritor (1873-1881; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. XXXVII). Dostoievski murió en San Petersburgo en 1881.
Fernando Otero Macías (Madrid, 1960) es profesor de enseñanza secundaria, y da también clases de Filología Eslava en la Universidad Complutense de Madrid. Ha traducido del ruso al español una treintena de obras literarias, tanto de clásicos de los siglos XIX y XX (Gógol, Dostoievski, Tolstói, Gorki, Jarms, Voinóvich, los hermanos Strugatski, Iskander...) como de autores contemporáneos (como, por ejemplo, DJ Stalingrad o Anna Starobínets). Ha realizado asimismo traducciones literarias del polaco. Viene colaborando con Alba Editorial desde 2001, cuando tradujo, conjuntamente con Jesús García Gabaldón, las Memorias de la casa muerta, de Fiódor Dostoievski. Para esta editorial ha traducido, en solitario o en colaboración, un total de siete títulos de Dostoievski, desde Pobre gente hasta Los hermanos Karamázov, pasando por Crimen y castigo o Los demonios. Ha recibido en dos ocasiones el premio La Literatura Rusa en España: en 2011, por su versión de la novela El peregrino encantado (Alba Editorial, 2009), de Nikolái Leskov; y en 2018, por la traducción del ciclo de relatos Sandró de Cheguem, de Fazil Iskander. En 2013 fue seleccionado como finalista de ese mismo premio, por Flores tardías y otros relatos, de Antón P. Chéjov (Alba Editorial, 2012). En 2016 fue finalista del premio internacional Read Russia por su traducción del libro La glándula de Ícaro. El libro de las metamorfosis, de Anna Starobínets. En 2018 fue nuevamente finalista de dicho premio por Sandró de Cheguem, de Iskander.