Pitagorismo, algo de neoplatonismo y budismo primitivo, no pueden negarse en su trasfondo. Condimentos esenios y algo de los misterios órficos no quedan ocultos al entendido. Incluso se encontrarán términos actuales de la tecnología científica y de la biología.
Podría suponerse que tal eclecticismo produciría una confusión indigerible. Sin embargo no es el caso. El texto rebosa claridad, brevedad y premura por ir al punto. Si algún párrafo permanece oscuro luego de una primera lectura, bastará una relectura para que se haga transparente. El texto pide apenas poner atención. Lo que dice es solo lo que dice.
Pero ¿qué dice el texto de “ESO” ?
Que estamos viviendo equivocados, absolutamente. Que no somos lo que creemos y parecemos ser. Que no existe la muerte y ni siquiera la materia. Que “el otro mundo” en realidad atraviesa a este y que es lo único Real. No solo dice eso, sino que señala con precisión quirúrgica, que puede “hacerse” para vivir allá, en el hogar verdadero, que en realidad es “aquí”.
En fin, está por verse si este “ atajo al otro mundo” tiene buena acogida entre los lectores de nuestro tiempo. De todos modos, a propósito de esto, no está de más citar al más grande de los místicos de la historia reciente, Sri Ramana Maharshi cuando decía:
“Lo que no tiene que ocurrir, nunca ocurrirá,
por mucho empeño que se ponga.
Lo que tiene que ocurrir, no dejará de hacerlo,
por mucho que se haga para evitarlo.
La verdadera sabiduría, por lo tanto,
es permanecer tranquilo”.