Viajar fuera de Inglaterra no estaba en la mente de la señorita Estelle Winstone, cuando recibió una respuesta a su anuncio postulándose como institutriz. El hecho de tener que viajar hasta Hungría, provocó que los nervios le revolvieran sus entrañas, al igual que tener que conocer al misterioso conde que sería su patrón. Al llegar a su destino, además de ser incapaz de hablar en húngaro ni siquiera lo básico, vio que el lugar estaba enclavado en unas montañas remotas, donde lobos hambrientos merodeaban fuera del sombrío y terrorífico castillo medieval en donde viviría, y el cual tenía una larga historia de tragedias, además de haber sido el escenario reciente de horrendos sucesos.