Descubra cómo la autodisciplina conduce a la grandeza.
Hace mucho tiempo, antes de entrar en la mitología como un gran héroe, Hércules viajaba por las colinas de Grecia cuando llegó a una encrucijada.
En un camino, una diosa deslumbrante lo llamó, prometiéndole una vida de lujos: recibiría todo lo que su corazón deseara y no experimentaría un momento de miedo, dolor o infelicidad.
En el otro camino, una segunda diosa hizo una oferta mucho menos llamativa. También prometió recompensas a Hércules, pero solo las que él mismo ganó. El camino por este camino sería largo, requeriría mucho trabajo, constancia y sacrificio. Pero eso lo convertiría en la persona que estaba destinado a ser.
Esta leyenda ilustra un dilema al que todos nos enfrentamos a diario: la elección entre el vicio y la virtud: el camino fácil pero vacío frente al camino difícil pero gratificante.
Según los antiguos estoicos, la virtud constaba de cuatro partes: coraje, templanza, justicia y sabiduría. El emperador romano y filósofo estoico Marco Aurelio llamó a estos componentes “piedras de toque de la bondad”. Todo lo bueno en la vida, creía, provenía de hacerlos.