Hace algo más de un siglo, cuando Finlandia era un gran condado ruso, vivía en su capital, Helsingfors, uno de los españoles más inteligentes y originales de su época. Andando el tiempo —y aunque durante su vida algunos de sus compatriotas lo sospechasen— se descubrió que este español era un hombre genial, un pensador profundo, un literato admirable y que su obra diversa, de novelista y psicólogo, habría de influir poderosamente en los pensadores y escritores hispánicos de la generación "del 98".