Aunque los mecanismos histopatológicos, los cuales conllevan a la muerte de las neuronas, han sido descritos con precisión, la causa subyacente de la enfermedad sigue siendo en parte un misterio. Hasta ahora, se ha concluido que el deterioro del tejido cerebral está dado por un proceso de toxicidad celular mediado por tres elementos: el acúmulo de péptidos beta-amiloide, la fosforilación exagerada de las proteínas tau, provocando la muerte celular y la producción de especies reactivas del oxígeno, que condicionan daño mediado por radicales libres.
Los datos epidemiológicos arrojados del año 2015 en afectados con demencia a nivel mundial, era un aproximado de 46 millones de personas, de los cuales 9.4 millones se encontraban en el continente americano, 10.5 millones en Europa, 4 millones en África y 22.9 millones en Asia. Se estima que para el año 2035 estas cifras puedan duplicarse.
Ante las cifras elevadas que se proyectan para el futuro respecto a la enfermedad de Alzheimer, se deben desarrollar alternativas terapéuticas que permitan minimizar los efectos adversos o que signifiquen un menor riesgo para la vida de un paciente, en el cual se espera el deterioro de procesos cerebrales importantes, como la memoria y la capacidad de tomar decisiones. En la actualidad no existen medicamentos específicos para tratar el Alzheimer, por lo cual, los enfoques terapéuticos se basan en el control y manejo de las manifestaciones clínicas, haciendo uso de depresores del sistema nervioso para combatir los cambios de humor y la ansiedad que sufren estos pacientes. Una de las preocupaciones es que muchos de estos fármacos provocan efectos adversos, que llegan a comprometer aún más la calidad de vida del paciente que padece esta enfermedad. Pero aún más importante es que estos fármacos suelen ser altamente tóxicos a dosis elevadas, teniendo dosis letales no muy difíciles de alcanzar, lo cual implica un riesgo importante en el contexto de un paciente propenso a la desorientación y a trastornos frecuentes de la memoria.
Majestuosamente gracias a la investigación científica moderna, se ha establecido el papel protector del sistema endocannabinoide sobre enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer. Por ende, los elementos a través de los cuales los cannabinoides pueden contribuir a minimizar el efecto que tiene esta enfermedad sobre las células neuronales, incluyen mecanismos celulares para regular la respuesta inflamatoria exagerada, que se genera como resultado del estímulo del péptido beta-amiloide, así como la promoción de la síntesis de enzimas degradantes de esta sustancia. La estimulación del sistema endocannabinoide mediante el uso de fitocannabinoides, como es el caso del CBD, ha mostrado promover la neurogénesis (formación de nuevas neuronas a partir de células precursoras) y desencadenar mecanismos de protección contra el daño por radicales libres. También el Δ9-THC protege al cerebro de diversas agresiones neuronales y mejora los síntomas de la neurodegeneración.
A medida que se explora en la literatura científica, se hace cada vez más evidente que el sistema endocannabinoide, está íntimamente relacionado con elementos que retrasan la progresión de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer. Además, se le atribuyen otras propiedades que resultan beneficiosas para estos pacientes, tomando en cuenta algunos efectos de los cannabinoides, como el efecto ansiolítico, antidepresivo, neuroprotector, orexígeno, estimulante de la memoria y regulador del sueño.
De esta forma, el uso del cannabis medicinal se plantea como una alternativa terapéutica de gran interés para el manejo y tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, llegando a posicionarse en el futuro como una de las formas más eficaces y seguras de tratar o ralentizar el proceso degenerativo en esta patología. En este texto Pharmacology University explora los mecanismos fisiopatológicos que suceden en el cerebro de pacientes con Alzheimer, así como también las formas que tiene el sistema endocannabinoide para combatirlos y los beneficios que puede llegar a tener su administración en la mejoría clínica de estos pacientes.