Sus compañeros y amigos no conseguían comprender por qué no caía en las seductoras redes de Jago. Sin embargo, Sophie creía tener una buena razón para resistir: el señor Smith no era su príncipe azul, sino que se trataba del abogado que no había sabido librar a su hermano de la cárcel.
Sophie estaba a punto de descubrir si la lealtad a la familia era más poderosa que la pasión...