Natalia estaba temblando. Hacía años que no salía de la finca de los Di Sione, pero tenía que recuperar el libro de poesía que había perdido su abuelo y que estaba en manos del imponente magnate Angelos Mena, quien la había confundido con la niñera nueva de su hija.
El melancólico griego y su preciosa hija quedaron maltrechos en el incendio que se cobró la vida de su esposa, pero Talia se sentía atraída por el hombre que había debajo de esa superficie dañada y tentada por los placeres inconfesables que ofrecía. ¿Su corazón se quedaría en la isla cuando se marchara con el libro?