Daniel Pinilla (Sevilla, 1974) es un tipo con una biografía perfectamente revisable, lo que debe entenderse como algo positivo, ojo, por lo alejado de los aburridos convencionalismos. Convengamos en que habitualmente se trata de un periodista (antes deportivo, ahora de lo que le echen) que estudió también Filosofía y que de un tiempo a esta parte se viene desempeñando como director editorial y escritor. Antes que cualquier otra cosa, se define como librepensador radical, con derecho a cambiar de opinión cuando le venga en gana. r nLos libros de Pinilla han sido traducidos a varios idiomas, obtenido algún que otro galardón y suelen presentar un denominador común: transmiten pasión por la búsqueda de una verdad histórica, documentada y razonada, asumida como incompleta, a la vez que irradian un deseo incontenible de hacer las maletas y viajar. r nEn esta ocasión, el autor se desmarca de su habitual línea de no ficción y se estrena en el universo de la novela. Para arrancar no ha elegido mal toro: sitúa la escena en Cuba, un país que conoce (ha impulsado allí un proyecto editorial) y que le atrae sobremanera. Ha rematado su obra mientras combatía la aparición de un tumor cerebral. No tiene dudas de que saldrá victorioso del envite. r n r n