Hay tecnología, para empezar. Los arcos o rifles superiores que se pueden recargar más rápido pueden decidir las batallas.
La organización económica ofrece otra perspectiva. Una nación con una red ferroviaria moderna y fábricas eficientes generalmente tendrá una ventaja frente a una nación que no la tenga.
Por supuesto, ni el poder tecnológico ni el económico garantizan la victoria.
Como las superpotencias han descubierto repetidamente cuando se enfrentan a las guerrillas, una potencia de fuego superior por sí sola no puede conquistar los corazones y las mentes de las poblaciones locales.
Hay muchos otros factores que podríamos agregar a esta lista de formas de pensar las guerras, desde la disciplina hasta la ideología.
Cada factor importa. Pero todos dependen de algo más: la estrategia o el arte de planificar y organizar las fuerzas a tu disposición.
Y la estrategia, a su vez, se reduce a la psicología humana.
Para organizar tus fuerzas, necesitas saber cómo trabaja la gente.